Comprendo su necesidad de vender copias y la obstinada búsqueda de ‘likes’, pero a este juego no se puede jugar siempre deseando el mal a la gente o inventando exclusivas inexistentes.
Nadia Ferreira y Marc Anthony acaban de casarse. Están a punto de tener un hijo y ya se habla de divorcio. Basándose en declaraciones de magos o brujas. Especulando. Especulando. Y otra vez especulando. Ahora bien, yo no juzgo el trabajo de los demás. Pero estarán de acuerdo conmigo en que todo tiene un límite. Incluso para quien hace reportajes de prensa sensacionalista.
¡¿O es que siempre queremos pasar por encima de todo?!
Imagínense si el comportamiento que tienen con la gente de la que hablan tan a la ligera tuviera lo mismo con usedes y con sus familias. ¿Cómo se sentirían? Quizás llorarían. Lágrimas. Ansiedades. Preocupaciones. Noches sin dormir. Intenten imagínar. También porque no todo el mundo reacciona de la misma manera. Cada uno tiene su propia sensibilidad.
Por supuesto los dos, Nadia y Marc, conocen el mundo del espectáculo. Saben cómo funciona. Saben que todo forma parte del juego y lo aceptan. Sin duda el cantante tiene más experiencia por su edad. Pero eso no significa que sean robots. Inmunes. Fríos. Y sin sentimientos. Algunas palabras pueden penetrar en el alma y golpear, herir. Como una hoja afilada. Incluso matar, si uno no es bastante fuerte para amortiguar los golpes. Algunos podrían decir: están a ese nivel, así que es normal y pueden aguantarlo.
Pero, ¿quién les dice que ésta es una actitud correcta? ¿Quién les dice que es correcto especular siempre, inventar falsedades, calumniar, manipular, decir y no decir para sembrar la duda? ¿Quién les dice que es correcto erigirse en juez o emperador de la información y condenar o no condenar a una persona? Decidir quién debe vivir y quién debe morir. ¿Saben que puede haber repercusiones? ¿Quienes son entonces para jugar con la vida de las personas?
Tenemos que dejar de pensar que todo vale la pena para que la gente hable y para vender. Acabemos con este mito. Y empecemos a considerar a los demás como personas con sentimientos. Igual que nosotros.
Cada uno comete sus propios errores. Crece. Experimenta. Se cae, se vuelve a levantar. Cae de nuevo. Y se levanta de nuevo. Intentando hacerlo cada vez mejor. Empezemos a tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran. No como números. No como carne de cañón.
Ahora hago un llamamiento a todos los que se consideran periodistas. Si aún les queda una pizca de dignidad, si aún quieren llamarse no periodistas sino hombres y mujeres, escuchen de vez en cuando a su conciencia. Y pongan freno a sus instintos.
Pongan el periodismo al servicio de la verdad, de la justicia, de los más débiles. Pongan su talento y su arte al servicio de los demás. Difundan mensajes positivos. No se consigue nada destruyendo a una persona. Al contrario. Sólo conduce a una cosa. A mostrar a sus lectores su alma. Que por ser negra debe buscar la negrura en los demás. A mí, en cambio, que desde luego no soy ningún santo, me gusta mirar lo bueno de los demás. El vaso medio lleno y no el vaso medio vacío.
¿Quieren hablar de espectáculo y entretenimiento? Háganlo. Pero de una manera positiva. ¿Quieren hablar también de escándalos? Muy bien. Pero háganlo siempre porque quieren transmitir algo bueno. Pongamos la ética en primer lugar. No el aspecto económico.
La pregunta que todos los medios deberían hacerse es: ¿el mensaje que estoy enviando se basa en qué? ¿En una suposición que no es cierta y sólo sirve para vender ejemplares? ¿O estoy defendiendo la verdad?
Esto no significa que entonces los medios de comunicación sólo deban hablar de cosas bonitas, atractivas, agradables. Por amor de Dios, cada uno tiene su propia misión. Que a menudo es fotografiar la realidad en la que vivimos. Pero como bien saben los que trabajan en el sector, todas las noticias siempre se eligen por una razón. Para que la opinión pública piense de una determinada manera. Entonces, ¿cómo puede sentirse bien una sociedad en la que el 99% de las noticias son negativas? Estoy convencido de que debemos invertir este rumbo y difundir un poco más de belleza, alegría y esperanza. No nos dejemos abrumar por el ‘así lo hace todo el mundo‘ o ‘así se hace‘, ‘la noticia debe ser mala‘. Los periodistas tenemos una gran tarea. Intentemos hacerla lo mejor posible poniéndonos al servicio de Dios.
Para terminar, me permíto hacer un pequeño comentario sobre la historia del cantante Marc Anthony y la supermodelo paraguaya Nadia Ferreira.
A ellos les deseo lo mejor. Les deseo felicidad. Deseo que su relación sea duradera, eterna. Espero que, en nombre de Dios, esté basada en el amor, la honestidad, el respeto, la confianza y la lealtad. Es cierto que la diferencia de edad influye, pero también hay excepciones. Puede que sea un tonto, un idealista, un soñador, pero el cuento de hadas existe. Y yo nunca dejaré de creer en él. Así que les deseo todo lo mejor para que vivan su cuento de hadas, su sueño.
A menudo nos erigimos en poseedores de la verdad y en jueces infalibles que dictan sentencia, juzgan, condenan, sin saber nada de la vida de los demás, sino basándonos únicamente en las apariencias o los rumores. Muchos están dispuestos a escupir sobre todo y sobre todos para apoyar un juego sucio. Y las personas, en vez de no seguir estas actitudes las incitan. Se ríen. Se divierten con ello.
No es así, queridos amigos, como el mundo puede mejorar. Antes de señalar con el dedo índice a los demás, miremos los otros tres dedos que nos señalan a nosotros. Antes de pensar en cambiar a los demás, cambiémonos a nosotros mismos. Mejorémonos a nosotros mismos. ¿O acaso pensamos que estamos libres de pecado?
Samuel Colombo
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